domingo, 3 de setembro de 2006

Questões ao catolicismo espanhol
(uma entrevista do abade de Monserrate)

Josep Maria Soler, abade do mosteiro de Monserrate, na Catalunha, deu há dias uma desassombrada entrevista ao diário El País. Vale a pena ler, mesmo discordando. Porque o que mais sobressai, nas palavras do monge, é precisamente a capacidade de, com serenidade, colocar questões centrais da relação entre a Igreja (espanhola) e a sociedade [as perguntas da jornalista é que denotam um enviesamento e um primarismo verdadeiramente notáveis!].

Dois extractos, com a sugestão de uma leitura do texto integral:

"Pienso que es fácil percibir que un sector de la jerarquía católica tiene nostalgia del nacionalcatolicismo, sobre todo en ciertos círculos de la Conferencia Episcopal y, sin duda, en muchos de sus documentos y en muchas homilías. Y lo cierto es que ese nacionalcatolicismo añorado por ese sector de la jerarquía es algo del pasado. La Iglesia debe aprender a situarse en otro contexto social, y ese contexto, según la Constitución y desde la separación entre la Iglesia y el Estado, se define como un verdadero Estado laico que supone eso: una separación real entre lo que es el Estado y su lógico derecho a promulgar leyes, y lo que es la Iglesia y la misión de la Iglesia, que no tiene esa capacidad legislativa. Eso no quiere decir que la Iglesia deje de decir lo que crea que debe decir en relación con la dimensión trascendente de la persona, porque eso es enriquecedor para sociedad, pero teniendo siempre presente que en un Estado aconfesional o laico, la voz de la Iglesia es una voz que no puede imponer sus criterios a los legisladores".

" [...] hay un proceso que a ellos, a la jerarquía católica más conservadora, les preocupa muchísimo, yo diría que les desborda realmente, que es el proceso de secularización de la sociedad española. La cuestión sobre la que se debe interrogar la Iglesia no debe estar en relación con lo que ellos identifican como crisis de fe, sino en responder con honestidad a la pregunta de por qué no hemos sabido conectar el mensaje del Evangelio con las inquietudes de la gente. Eso es lo que debería preocuparles, lo que debería preocuparnos a todos. Desde mi punto de vista, ha fracasado el lenguaje, el planteamiento demasiado intransigente de ciertos temas que angustian al mundo moderno, y, sin duda, el no aceptar que, al final, el hombre decide libremente sobre su vida, diga lo que diga la Iglesia. Hoy, la Iglesia no está presente en la sociedad y, lo que es peor, cuando está presente, lo está de modo inadecuado, cuando no ridículo".

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